martes, 15 de julio de 2008

lo que escribí despu{es de la lluvia

La mujer destapó la olla de manera mecánica. Luego, con un cucharón, extrajo un poco de sopa y la probó para verificar si tenía el toque de sal necesario. Arrugó un poquito la cara. Buscó un potecito, lo destapó, sacó más sal… Luego abrió la mano sobre el agua hirviente y la regó como de semillas. Eran casi la una. Los niños en la calle jugando al fútbol. Y allá arriba el sol ardiendo sobre su rostro descompuesto. Él recordó los días de la infancia. ¿Cómo era posible?, pensó, ¿Tanto esfuerzo para qué? Y el sol que ardía sobre el mundo pendiendo de un cielo seco y sin nubes… La mujer abrió la ventana, pues el calor comenzaba a fastidiar. ¿Adónde se habrá metido? Interrogó a la nada, mientras observaba a los niños corriendo y gritando como espectros temblorosos bajo la canícula de octubre. Pensó en ellos, comprendiendo que jamás volvería, que sus latidos estaban contados, que se iba desgranando su alma en cada tic-tac, en cada graznido de las aves del verano, en cada ráfaga, en cada recuerdo…

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