jueves, 11 de diciembre de 2008

Te escribo...

Te escribo malas viejas. Relatos inconexos de un ayer no tan lejano, como si quisiera contarte lo que hago en un día entero, en este piso de Madrid, a ocho mil kilómetros de tu falda a cuadros negros y rojos; al otro lado de tus besos, diría que en el centro de una burbuja que tenuemente se eleva hacia un cielo intermitente y rojizo.
Te escribo malas viejas, como siempre, porque la estupidez no es vana, mucho menos los recuerdos, los largos paseos, la inapetencia compulsiva, la alegría extrema, la calle cuyo nombre significa insomnio o duermevela...
Te escribo cosas raras, sin gramática, tal vez con faltas de ortografía; papeles cargados de adjetivos inútiles, de frases hechas, de vaivenes de la memoria... a ocho mil kilómetros de tu pelo, de la selva, del ruido de ollas que caen como hojas de zinc en la cocina...

Te escribo malas viejas: todo lo sabes, recursos inefables para aplacar esta orfandad...

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