lunes, 4 de abril de 2011

Mundo sin política

La política es un elemento imprescindible en el intercambio social. Desde el inicio de los tiempos, los seres humanos, como especie pensante y social, siempre ha hecho política. Las interacciones sociales implican la activación de diversos procesos comunicativos, muchos de los cuales, conllevan a actividades de carácter político. Cuando una comunidad lucha unida por un bien común, por ejemplo, es una forma de política. Y así pudiéramos seguir ilustrando la importancia de la política en toda sociedad. Lamentablemente, en nuestro país, debido a la pugna ideológica que se ha desatado en los últimos tiempos, hablar de política, de una manera equilibrada y positiva, es toda una odisea. Y es que muchos creen que lo político tiene que ver únicamente con los partidos políticos, con el gobierno o la oposición. Así pues, se confunde la política con la “politiquería”, lo que trae como consecuencia, altercados, discusiones absurdas, enemistades, tensiones en el ámbito laboral, problemas familiares, etcétera. En muchos casos, lo que pudiera ser una discusión asertiva, inteligente, en donde valores como la tolerancia, el respeto, salgan a flote, se convierte en una conversación insustancial, en donde la descalificación es el único fundamento. Ante este estado de cosas, es preciso que reflexionemos como sociedad, como hijos de esta tierra que tanto nos ha dado, y a la cual debemos darle todo lo mejor como ciudadanos. Es necesario deslastrarnos de esa intolerancia, y respetar la manera de pensar y de ser de cada quien. Sólo uniéndonos y alimentando discusiones fructíferas, vamos a tener la posibilidad de crecer como sociedad. Es descorazonador observar tanto odio, tanta falta de respeto junta y actuando a sus anchas. Cada quien escoge su partido político; cada ciudadano es libre de defender o no las posturas tanto del gobierno como de la oposición. Eso es un derecho humano, la legitimación de los más grandes valores democráticos y humanos. En definitiva, debemos ser políticos de verdad. Señalar lo positivo y lo mejorable de nuestras autoridades y legisladores. Todo con el debido respeto, cimentando nuestras críticas o comentarios en argumentos reales, objetivos. De cada uno de nosotros depende que sigamos acrecentando esta atmósfera negativa, o, por el contrario, podamos establecer un hilo comunicante cuya finalidad sea la construcción de una sociedad más justa, igualitaria y genuina.

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