A mediados de los años noventa, me hallaba en la búsqueda de ese yo poético, como cualquier poeta en ciernes, el descubrimiento de la poesía nacional se convirtió para mí en todo un acontecimiento. Lamentablemente, en gran parte de nuestras instituciones educativas, cuando se aborda el estudio de la lírica, se presta una atención tal vez un tanto exagerada a ciertos autores como Pablo Neruda, dejando de lado a esa gran cantidad de poetas nacionales que tanto han dado, y siguen dando aún, a la poesía venezolana.
Voces como Rafael Cadenas, Hanni Ossott, Armando Rojas Guardia, Luis Alberto Crespo, entre otras, revoloteaban en el horizonte poético nacional, con gran fuerza y luminosidad. A pesar de que el Neruda de los libros de Residencia me impactó sobremanera, me puse a indagar acerca de la obra de estos grandes poetas venezolanos. En esta pléyade de muy buenos hacedores de la palabra, me encontré con un poeta, que junto con Eugenio Montejo, han tenido una relevancia especial en mi evolución como lector de buena poesía, me refiero al poeta Gustavo Pereira.
“Escrito de Salvaje” es el primer libro que leí de este gran poeta oriental. Lo encontré en una librería de Mérida, en un viaje de trabajo. Ya había leído parte de su obra en algunas antologías, por lo que cuando lo tuve entre mis manos, no perdí la oportunidad de adquirirlo. En “Escrito de Salvaje” la voz poética de Pereira, ahonda en un mundo de significaciones íntimas y ancestrales.
El amor carnal se transfigura en eterna orfandad. Imágenes en donde se describen sensaciones de ausencia; el cuerpo que no está, la voracidad de un recuerdo que se repliega y cala profundo, la búsqueda y la imposibilidad de revertir el desencuentro. En su “Somari de tu cuerpo desnudo”, el poeta expresa en un lenguaje muy sencillo, ese retorno infinito a lo imposible: “Si lo deseas puedo describir tu cuerpo desnudo / pero prefiero tu cuerpo desnudo.” En Reloj de arena, el cuerpo y la ansiedad que produce su ausencia, se materializan así: “Dejaste el aire lleno de tu cuerpo / y en la cama el vacío.”
Pero más allá de cantarle a un cuerpo ausente, a esa presencia que desea perpetuar en el ámbito del recuerdo, Gustavo Pereira, en una prosa de elegantes acentos poéticos, nos transporta a ambientes agrestes y aborígenes; en un tono de leyenda, nos ofrece pasajes, anécdotas, fábulas breves, que son el producto de sus disquisiciones y reflexiones filosóficas. Así pues, nos encontramos varios textos como Sobre salvajes, Balada de Mira y Krishna, Sobre el sol, Samarkanda, entre otros.
En esta colección de textos poéticos, encontramos “Somari con pastilla efervescente”, a mi juicio, uno de los poemas más hermosos y muy bien logrado de la poesía contemporánea de nuestro país. A continuación un fragmento de éste: “Sacro imperio de la nostalgia apiádate de su incordura / Hazlo chicle que todos mastiquen complacidos / permite que trasponga el umbral de lo que no tiene regreso / y si vuelve la vista atrás / conviértelo en pastilla efervescente / y haz que llueva.”
Gustavo Pereira nació en Punta de Piedras, Isla de Margarita, Venezuela, el 7 de marzo de 1940. Es poeta y crítico literario. Ha publicado más de treinta libros, entre los que se destacan Preparativos de viaje, Libro de los somaris, Escrito de Salvaje y Los seres invisibles. Se Doctoró en Estudios Literarios en la Universidad de París. Fue fundador del Departamento de Humanidades y Ciencias Sociales y del Centro de Investigaciones Socio-Humanísticas de la Universidad de Oriente. Formó parte del grupo "Símbolo" (1958). Fue director y fundador de la Revista Trópico Uno de Puerto La Cruz.
Ha recibido algunos reconocimientos, entre ellos, el Premio Joven Poesía de las Universidades Nacionales (1965), el Premio Municipal de Poesía de Caracas (1988), el Premio Fundarte de Poesía (1993), el Premio de la XII Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1997) y el Premio Nacional de Literatura de Venezuela (2001).
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