en que el amor perdió su follaje más tierno,
consuela la herida,
vierte la humedad de tu cuerpo
en el hueco de estas manos
que infames te dibujan bajo la fiebre
y la avaricia...
consuela la herida,
que el leve murmullo de tu voz
invada este espacio
para que pueda atardecer como nunca,
y las vocales de tu nombre no duelan tanto...
1 comentario:
Disculpe la intromisión, pero eso no es el Palacio de Anaya
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