Hubo un día claro y límpido. Hubo un soñar y una avaricia, de manos que se buscan, de muslos que se rozan en un murmullo de sábanas prestadas. Un tiempo adusto y lineal, un ambiente cualquiera, una necesidad oculta tras los ritos del día a día. Hubo una plaza y un hotel, de cuando en cuando, una palabra mal dicha y un tráfico de besos. (La palabra amor, sí, esa palabra). Fue cuestión de tiempo. Y entonces una noche, desenlace del corazón. Besos que caen, piel contra piel. orgasmo, lluvia, oquedad, dulzor, silencio. Entonces la nada, un adiós insifrible, una píldora para el dolor...
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