Tal vez no seamos el uno para el otro,
como en aquella fábula.
Tal vez, usted sea la señora que siempre quiso ser.
Ahora
le ahorré las palabras que sus ojos no quieren ahorrar,
que navegan en el océano
sin fin de su mirada
y seguiré la ruta que conozco
buscando aquel corazón que jamás será mío,
aquella desazón que le pertenece…
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