jueves, 8 de marzo de 2012

Predestinación



Qué pasará mañana cuando tú y yo hayamos comprendido que el amor no éramos nosotros: éramos todos y nadie, qué más da. Cuando tu olvido atraviese como una lanza mi desvarío, cuando la calle se olvide del leve murmullo de tus piernas. Cuando el crepitar silencioso de tu adiós me vuelva trizas, y tus besos se sinteticen hasta alcanzar la forma exacta del desamparo. Qué haré en adelante, después de tanto fuego y humedad y caminos trillados y humaredas y noches y todo. Reciclaré tus fragmentos en el aire (la leve risa, el seno altivo, la mano inerte), contemplaré silencioso tu adiós de largo trecho: tu andar indescifrable, tu bolso azul de ausencia, tu miopía de vidente, tu cadera entre la sombra. ¿En dónde guardaré la avaricia, el temblor, la insensatez de buscarte como un loco en medio de mí mismo?

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