Voy dejando que mi corazón diga lo que no sé decir. Él decanta mi epitafio a golpes de latidos. Ninguno conoce más la desazón, el abatimiento o la alegría. Cada mañana es la respuesta titilante a la zarta de preguntas que la noche , entre las sábanas de lo incierto. Mi corazón grita lo que mi boca niega; lo repite, propicia una confabulación de vocablos deslumbrantes e inciertos. Mi corazón dice lo que no sé decir. Nadie lo escucha...
No hay comentarios:
Publicar un comentario