lunes, 5 de julio de 2010

La poética de Vicente Gerbasi

Uno de los poemas que marcó mi adolescencia fue sin duda alguna “Mi padre, el inmigrante” del poeta venezolano nacido en la población carabobeña de Canoabo, Vicente Gerbasi. En éste, el poeta desnuda sus más profundos sentimientos hacia la figura de su padre, utilizando como medio de comunicación una lírica perfecta, cuyo cuerpo poético, cargado de simbolismo, de metáforas espléndidas e imágenes de genial factura, nos permite poseer una obra de gran valor en la pléyade de las letras universales.
Vicente Gerbasi es considerado por muchos como uno de los principales promotores de los movimientos vanguardistas en Venezuela, especialmente aquellos de carácter surrealista. Su participación en el llamado Grupo Viernes, junto a otros grandes poetas como Pablo Rojas Guardia y José Ramón Heredia, entre otros, evidencian su aporte a la poesía venezolana, no sólo como creador, sino también como promotor cultural. En efecto, la influencia de su trabajo fue fundamental en la evolución de la lírica venezolana a partir del año de 1940.
La obra de Gerbasi se nutre de bosques, soles, lunas eclipsadas. Sus primeros versos, influenciados por Rilke, así como por otros poetas románticos alemanes, constituyeron el libro Vigilia del Náufrago, publicado por primera vez hacia 1937. Entonces su poética se destaca por su toque cálido y armonioso; por su gran plasticidad y dinamismo. Las fuerzas de lo telúrico, la soledad, la muerte, son los temas recurrentes a los largo del quehacer poético de este venezolano, nacido el 2 de junio de 1913.
La cosmogonía poética de Gerbasi se edifica en una búsqueda perentoria de esa palabra de múltiple semántica, en donde se rompa con el carácter meramente filológico de ésta. A este respecto el mismo Gerbasi nos comenta: “En poesía las palabras no poseen un valor justo, filológico, etimológico, sino que adquieren un valor múltiple, que escapa a la lógica corriente del lenguaje".
Bajo esta premisa, el poeta carabobeño despliega su imaginario infinito, desnudando esa condición de animal solitario, en constante asombro frente a los enigmas filosóficos de la vida, las supersticiones y los mitos de una tierra que lo vio nacer y morir, de una cultura rural, agreste, nutrida por una fauna y una flora de inconmensurable valía y misticismo.
Vicente Gerbasi murió en Caracas el 28 de diciembre de 1992, dejándonos como herencia una obra descomunal, que ha sido traducida a varios idiomas y ha despertado la admiración de propios y extraños.

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