Alfredo
tiene ocho años, vive en Madrid con sus padres. No puede creer lo que sus ojos
están mirando. Allí, frente a él, Mazinger Z contempla al mundo en actitud
vigilante. Su padre se lo había dicho días atrás, que lo iba a llevar a un
lugar espectacular donde además de conocer a unos familiares, iba a llevarse
una gran sorpresa. Así fue. Alfredito observa con detenimiento al Mazinger de
Tarragona, al noreste de la Península Ibérica. Mira a su padre, quien a su vez
lo mira con alegría, y luego se abrazan como un par de chiquillos frente a
aquellos diez metros de altura de fibra de vidrio y recuerdos.
Así como Alfredito, muchos niños y
niñas del mundo, vivieron la emoción de ver a su héroe favorito, Mazinger Z,
acabar con las pretensiones terroríficas del Dr. Hell y su tropa de robots
restaurados, provenientes de la Isla de Rodas. Cada capítulo, despertaba
nuestras expectativas, y cuando pensábamos que nuestro héroe iba a sucumbir y
sería destruido, éste demostrando sus magníficos poderes y estratagemas, salía
ileso de cada una de las batallas que debía sostener a fin de salvar a la
civilización.
Recuerdo claramente aquellos días de
inicios de los ochenta, un niño, casi como Alfredito, frente a la televisión
después de la seis de la tarde, concentrado en un nuevo capítulo de Mazinger Z,
para ese entonces transmitido por Venevisión. Era una cita imperdible. A veces,
prefería venirme a la casa a ver la serie que quedarme jugando en la calle con
los vecinos o primos.
Y es que a pesar de que en muchos
países fue censurada, porque supuestamente alentaba a la violencia, para mí era
y es una fábula épica de la lucha que cada día debemos emprender para cumplir
nuestras metas. El honor, la perseverancia, subyacen en cada entrega, hasta el
amor entre Koji Kabuto y Sayaka Yumi que no lograba establecerse debido a sus
personalidades y diferencias.
Alfredito posa junto a su padre al
lado de la gran estatua, para materializar lo que será un recuerdo futuro.
Tiene entre sus manos una réplica de Mazinger Z que su padre compró en 1997,
fabricado por la empresa Bandai, dentro de la línea Soul of Chogokin, y que ahora éste se lo ha obsequiado como un
tesoro invaluable.
Han
visto juntos todos los capítulos de la serie, a través de la WEB. Alfredito
sabe de lo que es capaz su amigo Mazinger, por eso su imaginación se desboca, y
es cuando Mazinger se arrodilla frente a él y le alarga su gran mano defensora
del mundo, y Alfredito sonríe, mientras su padre tiene la certeza de que
aquella tarde será inolvidable para su hijo, así como lo será por siempre para
él.
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