―Las arañas son malas… muy malas… ―explicaba miss Taylor, con voz grave y temblorosa.
Por su parte, los alumnos se miraban uno a otro con los minúsculos ojos encharcados de espanto. Entonces se imaginaban las patas de la maestra rodeando sus cuellitos, estrangulándolos, perforando sus cuerpecillos de arácnidos adolescentes…
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