viernes, 27 de julio de 2012
¿Pruebas de revisión?
domingo, 20 de mayo de 2012
Educación Ecológica
sábado, 19 de mayo de 2012
La literatura de Orhan Pamuk
domingo, 6 de mayo de 2012
Una estatua para Mazinger
miércoles, 25 de abril de 2012
poema
sábado, 21 de abril de 2012
Conciencia ciudadana
Una sociedad es la sumatoria de todos sus ciudadanos. En ese ámbito humano, la interdependencia teje sus hilos de manera inevitable. Así pues, el sino cultural, los procesos históricos, o la manera como sus líderes ejerzan su labor, que de por sí debe responder a las necesidades de todos, va moldeando el carácter de tales contextos. Aunque no conversemos con nuestros vecinos o prefiramos mantenernos encerrados en nuestros hogares luego de llegar del trabajo, siempre vamos a ser influenciados por lo que decidan los demás, como por ejemplo, los responsables de los servicios públicos, o por el alcalde de turno o las decisiones del presidente.
En este orden de ideas, he venido reflexionando acerca de nuestro comportamiento ciudadano. Y es que es fácil argüir que por el sólo hecho de participar en las elecciones ya se ha cumplido con el rol que todos debemos asumir como ciudadanos de un sistema democrático. Desde mi punto de vista, quienes piensan de este modo, cometen un grave error. Ser ciudadano es coadyuvar al mejoramiento del nivel de vida de todos a través de una participación activa, en donde el diálogo y los intereses comunes estén por encima de lo individual.
Sin embargo, esto lamentablemente no es así. Vivimos en una sociedad de instintos, en donde el concepto de ciudadanía no se aplica en casi ningún ámbito social. Cada quien hace lo que puede y quiere, en muchos casos, sin mirar al que está al lado, aquí el lema parece ser “sálvese quien pueda”. No quiero parecer pesimista, sólo intento ser lo más realista posible. Esta aseveración se fundamenta en las cosas que he visto, en las actitudes que fácilmente se aprecian por doquier.
En estas épocas de lluvia, por ejemplo, año tras año, se repiten las mismas escenas, casi los mismos titulares de prensa se despliegan, en los que se infiere la falta de madurez de una sociedad, de un conglomerado de personas que no toman en cuenta procesos preventivos y de mantenimiento de las vías de comunicación, que siguen arrojando sin ningún pudor desperdicios a los ríos y quebradas, que se acuerdan de limpiar las aceras y los ductos de agua justamente cuando éstos ya han colapsado.
Una sociedad en la que los gobiernos locales o nacionales deben activar operativos de seguridad o de tránsito, porque muchos conductores no son capaces de cuidarse por sí mismos, no puede decirse que es una sociedad en vías de desarrollo. El progreso de un país no se mide solamente por el crecimiento económico que éste pueda experimentar, sino por la calidad de relaciones que se entablan entre sus conciudadanos. Así pues, contribuyamos a nuestro verdadero crecimiento, y no nos dejemos manipular por quienes prefieren mantenernos entre las brumas de la incomunicación.
sábado, 14 de abril de 2012
Las ideas de Antonio Pérez Esclarín
Uno de los últimos libros del maestro, filósofo, escritor y conferencista Antonio Pérez Esclarín, “Educación Integral de calidad”, publicado por San Pablo, en 2011, es una especie de inventario de lo que ha sido el pensamiento educativo de este gran pedagogo venezolano, de origen español, cuyos pilares esenciales se fundamentan en la formación integral de los individuos, para que estos sean personas cada vez más humanas y felices. Una educación para la vida, en suma, en donde la familia y la sociedad juegan un papel preponderante.
Recuerdo que el primer libro que leí de Pérez Esclarín fue “¿Es posible educar hoy en Venezuela?”, hacia el año de 1995. Desde entonces, he tratado de poner en practicar muchas de sus enseñanzas y planteamientos. Labor nada fácil y que me ha llevado a considerarme un educador en continuo proceso de formación, un investigador a tiempo completo de nuestro sistema educativo y sus implicaciones en la vida social.
En tal sentido, comparto la filosofía educativa que Pérez Esclarín ha sostenido a lo largo del tiempo, cuando plantea una educación arraigada en la realidad de los estudiantes, de su entorno, de su realidad última, en donde los contenidos no sean fines sino medios que conlleven a la formación de las competencias más importantes, de modo que los alumnos, progresivamente, vayan asumiendo las riendas de su propio aprendizaje.
En este orden de ideas, el docente ha de convertirse en una suerte de puente que medie entre los conocimientos, conceptuales, procedimentales y actitudinales, que el estudiante tiene que desarrollar y el modo como éste debe proceder para lograrlo. Así pues, Pérez Esclarín resalta el valor indiscutible y vital de la tarea educadora: “Educar no puede ser meramente un medio para ganarse la vida, sino que tiene que ser un modo de dar vida, de defender la vida, de ganar a la vida a los demás, de provocar las ganas de vivir con autenticidad y libertad.”
Uno de los procesos a los que Pérez Esclarín ha hecho énfasis en casi todas sus publicaciones tiene que ver con la enseñanza de la lectura y la escritura, pilares fundamentales de todo sistema educativo. En cuanto a la lectura, advierte que ésta es una herramienta prodigiosa en la activación y desarrollo de la imaginación y la creatividad de los estudiantes. Sugiere la lectura de poemas, cuentos, leyendas, pues de acuerdo a sus palabras: “La lectura sumerge al niño en un mundo mágico, que a diferencia de la televisión que se lo presenta hecho y no requiere ningún esfuerzo, él debe imaginar.”
Los lectores autónomos, críticos, que empleen eficazmente la lectura como medio de aprendizaje y recreación, son el perfil que se requiere en toda sociedad que busque un mejor nivel de vida. En consecuencia, Pérez Esclarín aboga por un docente lector, investigador e intuitivo, que sepa interpretar este aspecto, y lo más importante, que lleve a cabo estrategias para tal fin.
En lo referente a la escritura, este insigne educador, sugiere que la escuela enseñe a los estudiantes a construir sus propios textos, dejando de lado la copia y la repetición. Sólo de esa manera, construiremos esa sociedad que tanto anhelamos, donde el amor, la honestidad, el respeto, la tolerancia sean los pilares fundamentales.