Cada sábado, en horas de la mañana, el piso nueve del Hospital Central de San Cristóbal se llena de colores y sonrisas, y es que los amigos y las amigas de la organización Doctor Yaso se hacen presentes en este centro de salud a fin de levantar un oasis de vida y entusiasmo donde suele reinar el dolor y la incertidumbre.
Son más de dos años que este conglomerado de almas, invade de colores y alegría, los pasillos de hospitales y geriátricos a fin de devolver la sonrisa, fraguar la esperanza, tanto en los niños o personas adultas que se hallan recluidos en estos lugares, así como a sus familiares y parientes, quienes no pueden evitar que una sonrisa se dibuje en sus rostros. La sonrisa es un remedio eficaz, una salida y un respiro en situaciones difíciles. Esa es la herramienta de trabajo de estos seres, que con entusiasmo y afecto, dedican unas horas de su vida a una labor profundamente humana; trovadores de la esperanza, embajadores del universo del juego y la alegría, en un mundo repentinamente triste y turbio.
Una sonrisa que puede cambiar el mundo, un gesto loco que se despliega como antídoto de infinitos efectos, eficaces para el alma y las turbulencias del corazón. Para ellos, esta actividad no es un trabajo o una obligación; por el contrario, participar en este hermoso proyecto es toda una bendición, una gran oportunidad de crecimiento personal y profesional. La mayoría de estos voluntarios, son estudiantes universitarios de distintas universidades del estado, también hay personas adultas que han encontrado en esta loable acción un nuevo aliento, una oportunidad de dejar de lado sus problemas para alimentar la esperanza en otras personas.
El requisito esencial para formar parte de este grupo es tener espíritu altruista, dejarse llevar por la alegría de vivir, y por supuesto, participar en algunos talleres de animación y que tienen por finalidad pulir algunas estrategias que permitirán que cada participante explote al máximo sus condiciones histriónicas.
Para cada uno de estos voluntarios, el pertenecer a esta organización constituye una posibilidad de crecimiento personal invaluable. Luego de cada jornada, el grupo se reúne con el objetivo de intercambiar sus experiencias, momento de catarsis, altamente necesario, en donde las historias y la anécdotas se tejen, entre sonrisas, miradas cargadas de reflexión, a veces un poco de tristeza, por las situaciones presenciadas y las historias de sufrimiento y dolor que palpitan entre las paredes de los centros asistenciales visitados.
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