Nunca pensé que andar en helicóptero fuera tan bonito. Es verdad que al principio tuve mucho miedo, pero después el miedo se fue transformando en un cosquilleo en la barriga, inofensivo, pasajero. Algunos de los que viajaron con nosotros se marearon, entre esos Pedrito, porque se quedó mirando mucho tiempo por la ventana; hasta vomitó... Yo también miré, pero no tanto. Mi papá me lo dijo bien clarito, "no mire tanto por la ventana porque de pronto se avomita..." Le hice caso...
Cuando llegamos al hospital, corrimos a la sala de emergencia. En uno de los cuartos estaba Esther, acostada, con una mangerita pegada a la mano. Mamá estaba sentada a su lado. Esther tenía los ojos chiquititos. Mamá comentó que la fiebre ya le estaba bajando...
Como a las tres de la tarde, un camión de la guardia nos llevó de nuevo a la Isla. Ya habían arreglado un poco la carretera. Esther estaba mejor. Por el camino me puse bravo con ella, porque no me quizo dar Gatorade...
China boda, como siempre de egoista, pero ya va a ver cuando me pida algo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario