Al parecer no basta con las lecciones que la vida nos da a cada instante. Prisioneros de nuestros propios vicios y mezquindades, vamos acercándonos a la extinción. Cuánto vale una vida o dos, cuánto valen mil vidas o más... Cuánto es necesario que sufran aquellos que sin pedirlo forman parte de este gran corro de muerte y destrucción...
Hoy Hoy cuando el planeta nos revela los signos primarios de su muerte, cuando todo es relativo, y los sentimientos no bastan para sanar las cicatrices del odio y la venganza, nos hemos convertido en víctimas de nuestra propia deshumanización, en un proceso que no parece tener fin, y que muy al contrario, tiende a acelerarse cada vez más y más…
Aún habiendo otros caminos para la solución pacífica de nuestras diferencias sociales o políticas en un mundo cada día más globalizado, escogemos el camino de la guerra, en detrimento de la paz mundial. Ante esto, se suelen realizar reuniones, encuentros, en donde los “líderes” del mundo firman acuerdos, convenios, compromisos que a la postre no pasan de ser más que meras intenciones.
Sé que tal vez estas palabras no logren su cometido (no sé hasta qué punto la literatura ha ayudado a mejorar este tipo de situaciones), tal vez queden como meras intenciones, vacuas y absurdas, navegando en el horizonte sin fin del ciberespacio…
(pero no tengo otra opción...)
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