viernes, 18 de julio de 2008

ídem...

Era un ruido como el del motor de la lancha del padrino Juan de Dios, pero como si se tratara de un motor gigante. Mi papá me agarró de la mano con fuerza. Nos dirigimos a la cancha. A medida que nos acercábamos, el ruido y el viento se hacían más fuertes…
Diez minutos después, el helicóptero atravesaba el río Uribante. Era un río marrón, grandotote; tuve miedo… Mi papá hablaba con la tía Carmen sobre Esther y mi mamá; ellas estaban en el Piñal. Parece que estaban bien.
-¡Qué susto, señor Carlos!- exclamó con un dramatismo exagerado la señora Blanca… Luego habló de otros vecinos, quienes lo habían perdido todo…
-Así es- Doña… replicó papá, con los ojos llorosos, quizá pensando en las gallinitas que estaba engordando para diciembre…

No hay comentarios: